Con la llegada de nuevas tecnologías inevitablemente se suscitan preguntas en torno a ellas: ¿son seguras para las personas?, ¿cómo garantizar que realmente sean seguras? Preguntas como estas, inherentes a nuestra curiosidad, son investigadas por organizaciones internacionales y científicos en todas partes del mundo con el fin de darles una respuesta fundamentada en la ciencia.

Sin embargo, a causa de factores como el temor a lo desconocido, sesgos cognitivos y la desinformación, se crean teorías sobre los posibles “males” que dichas tecnologías traen consigo. En esta ocasión ha sido el turno de las telecomunicaciones, más específicamente con la llegada de la quinta generación de telefonía móvil o 5G. Algunas de las creencias alrededor de esta tecnología incluyen un presunto aumento en la probabilidad de desarrollar cáncer e incluso, y más recientemente, un supuesto debilitamiento del sistema inmune capaz de favorecer la  propagación del virus SARS-Cov 2 o más comúnmente conocido como COVID-19.

Con el fin de analizar esta última acusación es necesario abordar algunos conceptos relacionados con la radiación electromagnética. Resaltando que la radiación hace referencia a la forma en la que se transmite la energía, bien sea en forma de partículas u ondas.

Dicha radiación aumenta el riesgo en proporción a su energía. Siendo cuantificada a través de la frecuencia de las ondas y representada en Hertz (1/s), en otras palabras, cuántos ciclos de onda son transmitidos en un segundo. De esta forma, una frecuencia de 10 Hertz significa que en un segundo se alcanzan diez ciclos de onda. Por esto, a mayor frecuencia, se transmiten más ondas en un segundo.

Figura 1. Explicación frecuencia de onda. Nota: Adaptado de Etolocka (2012) [1]

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